- Mi nombre es: Yuki.
- Simpático nombre, dime ¿de qué mundo vienes tú?, le pregunté.
- Es muy inmenso. Mi patria es el imponente océano, ahí vivo con mi familia, dijo ella.
- ¿Es muy grande tu familia?, volví a preguntar.
- Antes, cuando nadie nos atacaba éramos muchos, pero ahora somos menos, contestó.
- ¿Por qué razón ahora son menos? le pregunté.
- Los culpables son muchos: La contaminación ambiental, las persecuciones que sufrimos, las guerras, el cambio climático. Todo lo malo que hacen los seres humanos está causando nuestras muertes, me contestó.
- Entonces le pregunté: ¿Todos los humanos son culpables?
- Sí, todos, respondió.
- Te equivocas, porque yo nunca he dañado a los seres como tú y supongo que hay gente que tampoco lo ha hecho, le dije.
- Existe el grupo que nos daña directamente (con sus barcos derramando productos nocivos en el mar, con sus armas nucleares realizando pruebas en los océanos, con sus manos y bocas, casándonos y devorándonos, y con su insensibilidad en general). El otro grupo son los que nos dañan indirectamente (porque no intervienen en nuestra defensa, no luchan por conservarnos y nos comen de vez en cuando).
- Tienes toda la razón. Es mucho el daño que les estamos causando. A partir de hoy empezaré a concienciar a la gente para que detengan la destrucción, le dije.
- Si tú nos ayudas, te convertirás en el humano amigo de Yuki. Hablaré muy bien de ti cuando este con mi familia.
- Y yo hablaré muy bien de ti, y de todos los seres de la tierra. Fundaré organizaciones mundiales para la protección de la fauna y la flora. Le pediré a los humanos que no sean egoístas y permitan la existencia de los demás seres vivos, le dije.
- El problema de los humanos es que se creen los dueños del planeta. Han olvidado que nos pertenece a todos. Con sus acciones acabarán con nuestra existencia e incluso con la de ustedes mismos, me dijo.
- Es cierto, pero lucharé para evitarlo,por ustedes (unas criaturas indefensas) y por mis hijos (para que vivan en un planeta limpio), le dije.
- Gracias amigo, me contestó.
- Gracias te doy yo. Me has enseñado mucho, incluso un nuevo lenguaje. Un lenguaje que no necesita palabras porque proviene del corazón, y de ahí, significa que es el amor el lenguaje para comunicarnos con todos los seres de la tierra, le dije.
- Me alegra que lo hayas descubierto amigo. Ahora sé que le enseñarás el amor al resto de la gente. Quiero pedirte un favor antes de marcharme: Cuida a mis hijos que quedan desprotegidos y no olvides cumplir tus promesas de ayudarnos, me dijo ella.
- No te preocupes querida Yuki, yo cuidaré muy bien a estos huevos que dejaste enterrados en la arena. Que te vaya muy bien en tu viaje. Adiós, le dije despidiéndome.
- Adiós amigo, dijo antes de irse.
Yuki se sumergió en el agua y desapareció de mi vista. Un minuto después empecé a caminar tratando de asimilar el extraordinario encuentro. Alcé la vista y mi sorpresa fue mayor a la anterior: Unas extrañas figuras venían corriendo directamente hacia mi. Eran: Un río, un ave, un árbol, un pez, un tigre, un lago...todos nos piden ayuda, ninguno quiere desaparecer. Seamos sus protectores.
Control de lectura "TRECE". Rafael Menjivar Ochoa
Hace 15 años
Guau. Me gusta tu blog. Es uno de los mejores que he leído. Creo que tienes un futuro en las medios masivos, hombre.
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